Skip to main content

Cómo el Evangelio remodela nuestra paternidad

Escrito por: Timothy Paul Jones

“Papi, tú no dijiste nada acerca de torcerle los brazos a las personas” me dijo, e inmediatamente descubrí cuán peligroso puede ser el crear una lista de reglas para tus hijos.

El año que adoptamos a nuestra hija mayor, ella iba al primer grado de una escuela Montessori cercana. Allí había tenido algunos problemas interactuando de manera constructiva con otros niños. Para ser específico, cuando las cosas no salían como ella quería en los juegos, alguien terminaba inevitablemente herido, y ese “alguien” nunca era ella.

No queriendo ser demandado por la escuela o por los padres de sus compañeros, yo le hice una lista de prácticas que la gente civilizada percibe, de manera general, como formas inaceptables de responder con otra persona. Esta lista incluía las muchas actividades que mi hija ya había usado como – golpear, patear, dar puñetazos, arañar – más unas pocas adicionales que ella todavía no había usado pero que, es muy probable, que pronto las usaría, como el detonar una bomba termonuclear en el patio de juegos. Cada mañana, yo le leía la lista y le señalaba como Dios nos llama a valorar a cada persona como alguien creado a su imagen. Todo función muy bien por casi una semana. Luego, un viernes por la tarde, recibí una llamada de la escuela.

“Su hija tiene algo que quisiera discutir con usted”, me dijo la administradora. Ella le pasó el teléfono a mi hija, y las primeras palabras que oí fueron, “Papi, tú no dijiste nada acerca de torcerle los brazos a las personas”. Ella estaba en lo correcto. No había incluido esa acción en mi lista, lo que fue un recordatorio del peligro de hacer una lista con reglas. Una vez que hacemos la lista, es fácil asumir que todo lo que deberíamos o no deberíamos hacer está incluido en la lista. Tan pronto como quedamos listos con la lista, todo está bien—o eso creemos.

 

Descargar articulo completo en PDF