Servimos a un Dios generoso. No hay regalo más grande que la salvación que Él da a los que ponen su fe en Jesucristo, quien dejó su gloria y se humilló a sí mismo para pagar la deuda de los pecados en la cruz, como un substituto perfecto (Filipenses 2:5-11).
El ofrecimiento de las finanzas de nuestra iglesia es una respuesta en adoración a este glorioso intercambio. La mayordomía responsable de lo que Dios provee a través de los diezmos, ofrendas y donaciones confiadas por la comunidad, en obediencia a la Palabra de Dios (Salmo 116:12-19) es una prioridad.
Nuestro comité financiero opera con absoluta independencia, en estricto apego a la legislación nacional y con prioridades bíblicas, buscando siempre cumplir con la misión principal de Jesús para sus discípulos (Mateo 28:19-20).